Crítica de ‘West Side Story’, nominada a mejor película en los premios Oscar 2022
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En la industria actual siempre se da el debate sobre si Hollywood vive una crisis creativa, debido a la gran cantidad de remakes y reboots que se producen. No obstante, el arte del reciclaje audiovisual y narrativo siempre ha estado ahí, desde cintas como Ben-Hur o Los diez mandamientos. Este año no iba a ser menos y entre las diez historias nominadas a Mejor Película en los premios Oscar 2022, encontramos a uno de los mejores remakes de la última década: West Side Story.
El musical es de los pocos géneros que el bueno de Steven Spielberg todavía no había tratado. Y eso que para él, ver la cinta original de Jerome Robbins y Robert Wise debió de ser una autentica experiencia inolvidable. El propio Spielberg cuenta como se sabía todas las canciones, gracias a poseer el vinilo con la banda sonora original del musical compuesto por Leonard Benstein. Por ello, llevar de nuevo a la gran pantalla esta obra shakesperiana que combina callejones y escaleras de incendio con brillantes coreografías era un sueño que el Rey Midas del séptimo arte, llevaba persiguiendo muchos años. Spielberg ya puede tachar de su lista este reto y lo mejor de todo es que puede hacerlo con la cabeza bien alta. West side Story, además de a la categoría estrella, está nominada a 7 Premios Oscar 2022; Mejor dirección, actriz de reparto, fotografía, diseño de producción, vestuario y sonido.
Ligeros cambios que agrandan la obra
West Side Story es probablemente uno de esos musicales que sí que necesitaban una actualización. No tanto por las malas costumbres de la época como el brownface o que sus protagonistas originales no cantasen las propias canciones, sino más bien porque la dirección de Robbins era radicalmente estática y a su puesta en escena, le faltaba la profundidad en la composición de la que sí gozaban otras obras de la época.
Spielberg no sólo le ha dado un centrifugado de color a la historia. La cámara baila y recorre los escenarios, siendo parte de la coreografía. Además, el contexto de cambio en el barrio con las demoliciones y las ruinas aporta un grado añadido de decadencia a esta historia de dos bandos que desgraciadamente comparten el mismo destino: No formar parte del cambio. Una trama que el cineasta ha tratado de acercar más al asfalto, trasladando temas como “América” de una azotea a las calles de Nueva York.
Sin desmerecer todas sus referencias, la nueva West side Story es una carta de amor a la película original con una mirada actualizada, elevando todas sus virtudes y mejorando considerablemente las carencias de su puesta en escena.